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Nada mejor que hacer: Mitimitis – Terror en el Autocine (2020) – Crítica Musical

Por: JOAQUÍN TORRES

Las fiestas del pasado se acabaron. En marzo de 2020 pude vivir la última. De ahí en adelante, sólo han sido insinuaciones, atisbos, reminiscencias de algo que sé que no es lo que quiero ni espero, mas esos instantes se viven como si fueran una nueva fiesta. Matucana 100 fue el escenario de una de esas crueles maquinaciones, también lo ha sido, en dos ocasiones, el Parque Almagro. La última fue la más catártica de todas, cuando observé a gente como Oso el Roto y La Llamada de Héctor alterando el ambiente citadino. Por supuesto, los Mitimitis se sumaron a ese quiebre, siendo la última alucinación colectiva hasta que las vacunas hagan algo y pase buena parte de la Región Metropolitana a fase 2; o bien, esperemos hasta fines de la primavera para ilusionarnos un par de veces, antes de que el siguiente marzo con sus miles de contagios nos consuma de nuevo.

Aunque sigamos pensando en las fiestas del mañana, lo cierto es que la última ocasión con tintes festivos del verano 2021 presenció a unos Mitimitis con “Terror en el autocine” bajo el brazo, lanzado casi cuatro meses exactos antes de dicha tocata. Aquella banda que otrora formara como dúo para sus registros discográficos, ya asumía su nuevo posicionamiento como cuarteto, no sólo para sus presentaciones en vivo, sino también durante la época de grabación de su primer LP. Se cierra, a su vez, la etapa de lanzar un disco por cada estación del año, y qué mejor forma de hacerlo que rompiendo con la tradición de sacar EPs (aunque en varias partes se refieren a este disco como uno de ese tipo), mediante un largaduración que se posiciona como la producción más arriesgada y lúcida de esta agrupación.

Atardecer, cielo semi-nublado, torres de alta tensión, armas, ushanka. Describiendo con estas palabras a la portada del álbum -y quizá sólo viéndola-, identificamos gran parte del concepto detrás del disco. Saliéndonos de lo meramente invernal que pueda ser, “Terror en el autocine” crea imágenes, paisajes y escenarios a través de cada uno de sus siete tracks. Cada canción es una pequeña película de terror físico y psicológico, llena de suspenso, acción y melancolía, que en su intencional ordenamiento forman parte de algo más grande, de una película de casi treinta y tres minutos de duración poseedora de un relato casi cronológico. Una verdadera función emocional y terrorífica en un autocine de dudosa calidad.

El atardecer va dando paso al crepúsculo, la noche se acerca para apropiarse de todo y lo único que brilla son los disparos en la estación, un auto quemándose o simples recuerdos de algo que ya no existe. Las crónicas aparecen dominadas por el hambre de destrucción, desorientación y energía por parte de sus propios narradores, aspectos que se plasman en “Chico bonzo”, tema que abre el disco y que cuenta con la colaboración de Santino Amigo. “Tomo el fusil de mi abuelo / y disparo en la estación”, ese coro gritado y en medio de una psicosis funciona como manifiesto de esos rebeldes sin causa explícita que protagonizan este disco. En “Autocinema”, el grupo justifica su accionar en la decadencia cultural y social al ver “rostros sin almas en carteles de TV”, concluyendo que “no hay nada mejor que hacer / porque sólo queremos ver / todo desaparecer”.

Ya en “Buddy Richard” se cierra la etapa activa de estos jóvenes protagonistas del LP. Entre el lacerante dolor nacido por el quiebre del grupo, provocado quizás por motivos personales o el encierro separado de ambos, surgen recuerdos de las primeras acciones ejecutadas por quienes nos hablan, muy alejadas de cadenas en postes de electricidad, asesinatos o disparos: un sencillo envenenamiento de una fuente de alcohol en una fiesta de graduación. De este modo, la historia de terror pone los pies sobre la tierra y pega una patada en la mente y las emociones del auditor, evocando fielmente cualquier momento festivo que el oyente guarde con cariño en un rincón de su corazón que pocas veces abre, por miedo a lo mismo que produce esta canción, siempre a través de la creación de imágenes excepcionales.

Todo movimiento instrumental está en perfecta sintonía con la temática de cada track. Así, el tema mencionado en el párrafo anterior se distancia del resto por tener a una guitarra acústica en primera plana, lo que remarca su carácter melancólico, solemne, embalsamador y concluyente; si le sumamos que al final tiene una referencia a un clásico del primer EP de los Mitimitis, “M&M’s”, tenemos la fórmula perfecta. La guitarra eléctrica abandona su común rabia para ocupar el papel del céfiro, con arreglos sencillos pero adorables a más no poder. Ese papel se rompe en cierto punto de la canción al volver a la distorsión, esta vez usada para embellecer lo anteriormente dicho, mas no como protagonista, pues ese carácter lo adquiere nuevamente en la última canción, funcionando como un aletargado epílogo, “Todas las fiestas del mañana”, que en su título y estilo es una clara referencia a The Velvet Underground (“All tomorrow’s parties”).

Es el sonido cercano al de esa banda neoyorquina de fines de los sesenta el que encontramos en gran parte de este álbum. Las guitarras eléctricas distorsionadas son las que marcan la pauta, generalmente con acordes y punteos sencillos que se ven elevados por la explosión energética de cada track. Se forma una flamígera simbiosis que se ve beneficiada por un bajo juguetón y muchas veces dependiente de la nota base de cada acorde; la sobria batería entregando dinamismo con sus golpes precisos y rápidos en momentos claves de cada canción; los sintetizadores que luchan por aparecer entre el eminente ruido; voces dulces y suaves incluso cuando gritan; y guitarras que, sumado a lo dicho con anterioridad, se adentran en momentos de shoegaze o power pop.

Una irremediable, envolvente y atrapante fantasy: eso es “Terror en el autocine”. Es sumamente espectacular y destacable notar que un disco que habla prácticamente durante toda su extensión de situaciones que muy pocos de sus auditores vivirán, en una mística casi surreal para el agobiado ciudadano común, logra generar una conexión tan profunda. Desde mi perspectiva, es esa embriaguez de normalidad (o “nueva normalidad”) y profundo cansancio lo que potencia al álbum, ya que este canaliza dichas penumbras, dando paso a una revancha cinematográfica y medianamente antisistema al mismo tiempo, representando a una juventud deseosa de acción pero incapaz de llevarla a cabo. Y ojo, aquí no hay nada de clichés indies y fórmulas aburridas recontrarepetidas, sólo encontramos creatividad a flor de piel.

Estamos ante el pináculo de la carrera de Mitimitis. Es la cúspide de aquello que se viene forjando desde 2018 en colaboración con Gemelo Parásito. Los tres primeros EP mostraban a un dúo muy poco pretencioso, apegado a una mística infantil y un sonido no muy bien logrado que intentaba remarcar el amateurismo de la agrupación, características que cautivaron a su audiencia. Con “Terror en el autocine”, Mitimitis quiebra su propia trayectoria, potenciando fuertemente su capacidad creativa, en un aura oscura y siniestra, que fue muy bien captada en la grabación y producción de la banda en colaboración con Francisco Heredia de Poder Fantasma, manteniendo un sonido sucio y desordenado que, sin embargo, es tutelado con inteligencia, imprimiendo una bella característica a esta nueva época del conjunto.

No sé muy bien qué irá a pasar de ahora en adelante con la banda. En el verano tocaron varias veces, y espero que sigan en esa línea cuando se pueda volver a dicha dinámica. Las grabaciones son la mayor intriga, pues al parecer todavía no se está gestando ninguna otra producción discográfica, aunque no es posible aseverar eso porque puede que estén preparando algo sin decirlo al público. Sin ir más allá, ayer se liberó un video de la presentación que hicieron en Matucana 100 durante diciembre pasado. Como sea, espero que las fiestas del mañana estén plagadas de lo mejor que pueda entregar esta agrupación, tal como lo demostraron en este LP, y si no es así… bueno, siempre podremos disfrutar de “Terror en el autocine”. Ah, se me olvidaba decir lo peor de este disco: fue lanzado en octubre cuando en realidad representa al invierno, simplemente una falta de respeto (?).

8/10

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