Por: VICENTE COLLAO
“Este es el país de las contradicciones largas,
Somos extremos hasta en las cosas que rezamos”
¿Alguna vez escucharon Tus Amigos Nuevos? Aún tiene gran renombre en el colectivo amante de aquellos éxitos, algunos bailables y otros más sopesados. Puede ser que a primer contacto no haya un pelo de parecido con III Puñales, pero algo de su fuego fatuo está presente en los timbales fantasmagóricos que a veces el indie rock le permite pernoctar. Al otro pupitre, Rodrigo Castro, donde vierte la mayor influencia nacida de su grupo Hiperlaxo.
A muchas luces III Puñales se viste de sucesor a Hiperlaxo. Conserva mucho de sus elementos clave en lo puramente sonoro: El marcado arreglo jazz y basado en bronces, la poesía rítmica y sus pasajes más sobrenaturales. Sin embargo ese momento estructurado es aún más abandonado en La Debacle. Si algún trazo lineal quedaba en Hiperlaxo, aquí se ha desdibujado, quedando las pequeñas estelas de grafito.
Esta propuesta experimental de unos 15 minutos no pudo haber sido más extensa sin tornarse viciosa. No es que sea un aparataje salvaje, puesto que III Puñales no es una agrupación que considere musicalmente agresiva, sí transgresora en su dramaturgia lírica, donde se atisban metáforas por donde puedan encontrarse. Opta por plasmar ideas fuerza ocultas en nubosidad musical y poética, que no es extremadamente experimental sino más allá de los estándares normales del hip hop nacional e internacional.
Imposible sería pensar que esto no tendría nada absoluto que ver con la llamada revolución de octubre, como también la pandemia que se ha cruzado en el universo que crea. Una cúpula sonora disconforme, mutable, extrañamente claustrofóbica. Los balbuceos herniados que salen de esa espiral depresiva se oyen incómodamente cercanos y reverberados. El estilo adenoideo con el que se narra es reminiscente a MF DOOM inmediatamente, pero hay matices más profundos.
Su música tiene un componente distorsionado, no queriendo mantenerse estáticos, como las perturbadoras secuencias sin cajas audibles en Oblivion Access de Lil’ Ugly Mane. Cuando su estructura es evidente, irriga por sus venas Digable Planets o los parajes menos esquizofrénicos de Dälek y un buen puñado de cruces de estilos y samples. A decir verdad, me cuesta leer el influjo directo a III Puñales sin nombrar los espectros más básicos de la música que desfigura, que es un jazz de salón desalmado. Eso sí, no es una propuesta que siento haya explotado aún más su intrínseca locura. Si bien Luciérnagas Negras o Patria son espectáculos impresionantes, La Debacle –canción- y Puñal se sienten más familiares y cuesta que dejen huella eurítmica como sí hicieron las anteriores.
Lo que más sacia en las andanzas de III Puñales es la atención a pequeños detalles intercambiados entre mensaje musical y narrativo, de los que quisiera extenderme más de lo que puedo. Luciérnagas Negras anuncia su llegada con el aullido de una voz humana, que pronto es aplazada al fondo como si fuera una sirena. Patria abre con la frase “the drums are the most important instrument” – los cacerolazos fueron el alma de quien no pudo estar presente –sin olvidar el tremendo trabajo de sampling-. La Debacle es lanzada con ritmos tribales pero elegantes, e introduce una voz etérea a show del quinteto de Art Blakey ¿Relacionado a los viajeros de la libertad quizá? En Puñal lo dice clarito: Blood in my eyes motherfucker.
No, por algo he mencionado varias veces las letras sin realmente plasmarlas; hay mucho que digerir. No son completamente obtusas y es un cambio de modus operandi lingüístico más que bienvenido. Invito solemne a poner atención y tomar lectura, pero si hay algo de lo que sí encuentro criticable es que el flujo tipo soliloquio de Castro tiene demasiados baches. En La Debacle, hay un parafraseo algo gangoso e interrumpido que es imposible no considerarlo, como un cuento cantadito y a saltos que irremediablemente da una sensación demasiado amateur, así los primeros pasos de un infante. Una cosa media a lo Oso el Roto, con el problema de que aquí ya hablamos de un proyecto notoriamente hip hop, a pesar del abandono de varias convencionalidades.
Considerando su corta duración, es fácil hacer caso omiso a esas señales de mejoría y no tengo ganas en absoluto de hacer mierda una ofrenda tan rica en parsimonia revolucionaria. Las semillas para un proyecto grande y desmarcado de los demás exponentes puede que ya hayan brotado, tal como Uochi Toki vuela mentes con su extraño hip hop industrial en tierras italianas. Hay una rica labor artesana en III Puñales. No todo cuaja ni sorprende en lo más purista de sus composiciones musicales, pero… sé que me arriesgo a caer en el juego elitista de “realmente todo tiene un homólogo” con esto. Y es que no hay nada que suene exactamente igual a III Puñales.
Y si realmente lo hay, pues aprecio sus comentarios.
8/10
