Por: VICENTE COLLAO
El math rock me resulta un género un tanto asentado en extremos, muchos muy lógicos. Es fácil caer en el aburrimiento con la pomposidad inaguantable, como las baladas mecanicistas de CHON. Otro caso ejemplar, el emotivo pero disonante berrido en The World Is a Beautiful Place & I Am No Longer Afraid to Die (ese es el nombre de una banda, señores) ha dividido la fanaticada más de una vez. Entre ellos, un mar de amalgamas midwest emo y post hardcore que podrían abrumar a cualquiera.
Chile no es un lugar ajeno a experimentos asentados en el math rock. Se han hecho nombres los niños indie de Mantarraya, la antes mencionada Tortuganónima y, dormitando en tinieblas, el conjunto Mostro. Aquí mismo en Antofagasta es apreciada la virtuosa Hélices. ¿Qué podría ofrecernos Arrecifes en este océano de posibilidades?
Arrecifes es una banda bastante joven, que da la impresión de ser tímida. Jorge Calvo (bajo y voz) ya colgaba en Soundcloud una pequeña maqueta de lo que serían las bases de su EP homónimo, lanzado en 2017. Algunos medios he leído les han llamado “banda revelación”, un epíteto que no comprendo muy bien. No es que no lo crea (quién soy yo de juzgar las etiquetas que ponen otros), pero no la entiendo: Arrecifes no es una banda con un público masivo. Bueno… supongo que suficientemente masivo para aparecer en esta crítica.
Su primera confección estaría situada en aquel tomo de midwest emo un tanto más intricado, con las bases math que conservan artistas como Susquatch, Toe y un tanto de la nueva favorita JYUCHO. Un trabajo energético pero conservador en la parte rock, adiestrado pero atractivo. Un giro de texturas tenía que llegar para pintar a Arrecifes con colores mejor definidos. Pareciera ser que con “Lucero” han elegido un camino más o menos claro.
“Lucero” abraza mucho más la idea edulcorante del aditivo post-rock y el uso de espacios llenos de atmósfera para producir un sonido más cautivador, accesible y nuboso (tanto así que hasta los mismos American Football le echaron sacarina a su último elepé). Arrecifes ha tomado esta idea de rock de cuna y la ha hecho propia con una considerable, más bien no sobrecargada, complejidad. Nota aparte: se parece mucho a los pasos que el mismo hip hop siguió con los años.
En fin, “Lucero” es un álbum muy liviano, agradable y onírico en su optimismo, melancolía y recuerdo. No sólo las letras son entrañables, la música también: Con una introducción armada con cantos de ballenas, nos abre paso a agudos arpegios melódicos, típicos del género pero efectivos en su dimensión. José Tomás Contreras y David Romero almibaran los pasajes de La Eternidad, Andar de a Dos y Nueva Luz. No puedo dejar de pensar en actos como This Town Needs Guns (con un par de capas de papel celofán encima).
Por supuesto, no es un exacto repetir formulaico. Inevitablemente dará la sensación de ser la misma canción entre las dos primeras, pero es sólo aparente: La Eternidad tiene un aura embellecedora; Andar de a Dos, un tanto más sobria, relegada a la escena de una playa vacía: entra un solo poderoso pero apagado al mismo tiempo. Lucero me pareció una oportunidad absolutamente desperdiciada: es un hermoso interludio, ¡lástima que se quedó en sólo segundos! Al menos Nuevaluz es despampanante, maravillosa. Mi pieza favorita, por su desarrollo creíble y variado, que pone nombre a la propia banda con su desenlace. Quien lea mis reseñas lo reconocerá. Amo mis outros etéreas y celestiales, más si es una banda que se llama Arrecifes.
Además de aquellos pedazos de conexión entre canción y otra, composiciones que me parecieron desechadas y pudieron convertirse en grandes composiciones, la mezcla de “Lucero” tiende a llevar a ciertas imperfecciones que intenté ignorar. La voz de Calvo suena extrañamente artificial en momentos, que remueven un poco la caricia humanizada que la banda quisiera entregar, dando paso a un escenario dream pop un tanto forzado. Es un silbido tenue y sin mucha fuerza. Cuando se quiebra la voz de Jorge no funciona, no refuerza la emotividad del conjunto, sino la robotiza. Este derroche de accesibilidad, que no sólo está en el apartado sonoro sino la propia duración del conjunto, hacen encariñarse con este EP un poco difícil.
¿Una evolución increíble? No lo creo. Aunque es un abrigarse el alma con quince minutitos de Stevia auditiva, hay un cosmos de opciones a las que pudieron atreverse. Sin embargo, no es un movimiento sin sentido: Arrecifes, ahora sí, me tizna la mente con imágenes de coral fluorescente, bandadas arcoíris y estelas de vida a través de un catalejo cuadrado. Es una identidad que les viene bien, pero tendrán que hacer mucho más para ganar presencia en un género donde la innovación se liga a lo técnico, más que lo verdaderamente trascendente (como creo debiera ser).
7/10
